Columna de opinión
Desde que tengo uso de razón, soy hincha de Alianza Lima gracias a mi padre que me inculcó el amor por el equipo blanquiazul. Al igual que mis hermanos, hemos vivido muchos años en el distrito de La Victoria, hemos tenido el Alejandro Villanueva siempre al costado de nuestro hogar, hemos visto siempre a las barras pasar cantando los canticos de Alianza, estamos tan conectados con el barrio que es imposible no sentirse feliz después del bicampeonato del equipo de mis amores.
Sinceramente siempre al principio de toda temporada tienes más dudas que aciertos con respecto al equipo del cual uno puede ser hincha. Uno siente que aún faltan cositas para que el equipo pueda tener un buen rodaje y sea invencible, pero esta temporada no fue la que todo hincha quería ya que hubieron muchos empates y derrotas a comparación con el 2021, pero igual todos confiábamos en la Bustoneta.
Pasaban las fechas, los partidos y la pelea de egos empezaba en los camerinos, los focas versus los piratas empezaban a poner en disputa los logros personales antes que los colectivos y desde ahí ya se empezaba a derrumbar el sueño del bi. Y es claro, un equipo partido es imposible que sea campeón y era algo que tenían que tener claro, pero no les importaba ya que preferían tener su tajada del pastel, ya venían de ser campeones y sentían que no se les podía reprochar algo, pero hay que ser conscientes que todos los jugadores de un club tienen la misma igualdad y oportunidades.
Carlos Bustos, técnico en ese entonces del conjunto victoriano, no podía lidiar con esta pelea interna y veía como el equipo se derrumbaba. Empates al último minuto, derrota como local en el clásico y otro empate ante uno de los coleros fueron los motivos para que la directiva pueda destituirlo como entrenador. Las cosas eran simples, me ordenas ese vestuario con autoridad o simplemente se venía abajo todo lo planeado en el año. Dicho y hecho, un entrenador tiene que ser el capitán del barco, comandar todo un equipo, pero Bustos no pudo controlar todo y terminó yéndose por la puerta falsa.
El punto de quiebre fue colocar a Chicho Salas, la mejor decisión del año. Lo mejor que le pasó a Alianza Lima para que pueda lograr el campeonato. No solo cambió el chip en el vestuario, en el primer entrenamiento hizo que todos se digan las cosas en la cara, que resuelvan las diferencias para que todos logren el mismo objetivo. Chicho replanteo las cosas en el vestuario y en lo futbolístico, ni que hablar, ganando 9 partidos para que puedan gritar campeón a fin de año.
Desde ya, uno siempre está feliz de ver a su equipo campeón y más aún con gente de la casa. Chicho llegó para implantar su idea de juego y hacer que el equipo vuelva a estar unido, más aún cuando era el momento indicado ya que las cosas no venían bien. Barcos y Lavandeira fueron los mejores del año y seguro que sin ellos, el ser campeones hubiera sido imposible. Alianza Lima es justo campeón de la Liga 1 2022 y lo celebra toda La Victoria y porque no decir, todo el Perú.
Comments